Al igual que en varios otros países del continente asiático, los tatuajes son mal vistos en Japón. El mayor inconveniente hasta la fecha fue el hecho de que para tatuar era necesaria una licencia médica, la cual sólo poseen los profesionales de la salud. Recientemente, la Corte Suprema de Justicia de Japón despenalizó el tatuar sin una licencia médica, impulsando al arte corporal un paso más cerca de la aceptación social en el país del Sol naciente.
Los tatuajes están tan estigmatizados en Japón porque se asocian con la delincuencia, especialmente los Yakuza, la red de mafia más grande e importante del país. Estos criminales utilizan los tatuajes para identificarse entre sí y denotar estatus y poder. No siempre fue así, pues en un principio los tatuajes se utilizaban para identificar a la realeza y tenían una connotación religiosa. Fue a partir del período Edo que se empezaron a tatuar a ladrones y maleantes en lugares visibles para avergonzarlos de por vida, y luego en el siglo XVII, los Yakuza los acuñaron como distintivos propios.
Para un ciudadano japonés promedio, tener un tatuaje puede significar no conseguir un empleo, no ser ascendido o ser discriminado en las calles. Incluso representa un problema al conseguir pareja, pues es parte de la cultura japonesa tener el consentimiento de los padres antes de concretar una relación, cosa que se vuelve difícil al llevar un tatuaje en la piel.
El rechazo de los nipones por las modificaciones corporales es tan grande, que incluso está prohibido el ingreso a personas con tatuajes y perforaciones visibles a la mayoría de las piscinas, balnearios y gimnasios, además de algunos establecimientos y hoteles del país. Gran parte de la población afirma que tener tatuajes no es propio de alguien serio, educado y amigable, cualidades que se buscan en personas que acuden a lugares públicos o familiares.
En pro de reducir los tatuajes en la población, la legislación japonesa estableció que solo podían realizarse por profesionales de la salud certificados. Esto quiere decir que la única manera de tatuar a alguien legalmente era teniendo una licencia médica, y que quienes tatuaran sin dicho permiso serían sancionados por la ley con multas e incluso prisión. La razón aparente era que cualquier perforación en la piel es considerada una intervención médica y con el fin de evitar infecciones o problemas de salud, se precisaba de profesionales calificados para hacerlas.
A la mayoría de la comunidad de tatuadores de Japón les pareció un disparate, pues no porque se tenga una licenciatura en medicina se es bueno dibujando. La buena noticia es que con la llegada de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (que se efectuarán en julio del 2021 debido a la pandemia de Covid-19) y la inminente visita de una enorme cantidad de turistas tatuados, el Tribunal Supremo de Justicia decidió despenalizar la práctica alegando que “los tatuajes no deben considerarse un procedimiento médico, sino una expresión artística”.