A lo largo de la historia, los aros han sido sinónimo de belleza, protección, estatus y riqueza. No es un secreto que las orejas son la parte favorita para perforar alrededor del mundo y que sin importar la raza, edad o sexo, cada vez más personas optan por lucir piezas de arte corporal en las suyas. Si buscas hacerte un piercing atrevido, vanguardista y muy original, el tragus es la opción perfecta para ti.
El trago o tragus es una proyección cartilaginosa situada sobre el canal auditivo, en la apertura del pabellón auricular. Es una protuberancia ovalada de cartílago grueso y relativamente duro que representa la parte de la oreja más cercana al rostro. Dependiendo de la forma y tamaño de cada oreja, el trago será más o menos espacioso, más o menos grueso y será o no apto para realizar una o más perforaciones. Considera que hay personas que tienen hasta cuatro agujeros en su trago.
El piercing que se realiza en esta zona de la oreja también se denomina trago o tragus.
Existen varias formas y tamaños de orejas. Hay personas que tienen el trago más espacioso que otras, lo que les permite perforarlo con mayor facilidad, hacer más de una perforación y/o lucir piezas más grandes. Debes considerar que el tragus puede hacerse de dos maneras: vertical u horizontal.
Las personas con malformaciones como trago accesorio, anotia o microtia no pueden hacerse este tipo de piercings. Tampoco es recomendable que quienes tienen extrema sensibilidad en la zona, sufran de alergias cutáneas o su cuerpo tienda a rechazar piercings se perforen esta parte de la oreja. Lo mejor siempre es consultar con el profesional encargado de hacer tu perforación. Él te recomendará en base a tu anatomía y gustos el tipo de piercing que mejor se adapta a ti.
El grosor estándar para este tipo de piercings es de 1,2 mm de diámetro. Por lo general, las piezas para el tragus están hechas de acero inoxidable decorado con fantasía, plástico o algún otro metal de oxidación lenta. Si buscas algo más sofisticado, puedes optar por piezas un poco más costosas hechas de titanio, platino u oro, pudiendo adornarlas con piedras preciosas.
Aunque este cartílago no posee muchos vasos sanguíneos o terminaciones nerviosas y casi no sangra al perforarse, el proceso es considerablemente doloroso. Depende de varios factores, como el umbral de dolor de cada persona, el grosor de su cartílago, la experiencia del anillador y si se emplean pomadas anestésicas para insensibilizar un poco la zona a la hora de perforar. Debido a la delicadeza de esta piel, la perforación del trago (que puede tardar hasta dos minutos) suele realizarse con una aguja hueca, no con una pistola. Como siempre, es indispensable que acudas con un profesional.
El trago es un cartílago complicado de curar. El proceso de cicatrización será lento y requerirá de numerosos cuidados que el anillador te especificará. Dependiendo de cómo reaccione tu cuerpo y de los cuidados que le des a tu tragus, el tiempo estimado de curación variará entre los cuatro y doce meses.
Considera que te resultará incómodo al bañarte, usar audífonos o dormir de ese lado de la cara, al menos durante los primeros días. No puedes presionar la oreja, estirar la pieza o tocarla con mucha frecuencia, pues arrancarás las costras, harás que la herida se infecte y dificultarás el proceso de curación. No debes retirarte la pieza hasta que la herida cicatrice por completo, pues podrías infectarla o permitir que el agujero se cierre. Como en cualquier perforación corporal, debes lavarla diariamente de una a tres veces al día con agua y jabón, y emplear pomadas antisépticas y antinflamatorias.
Si sigues todas las indicaciones de tu anillador, tu piercing sanará correctamente en el menor tiempo posible. En caso de sentir malestar o dolor persistente, debes hablar con tu anillador o tu médico.